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Alfredo
Moffatt
Terapia de crisis
La emergencia
psicológica
Alfredo
Moffatt
Terapia de crisis
La emergencia
psicológica
PARA
QUÉ ESTE LIBRO
Este libro continúa con el pensamiento y las
experiencias de trabajo que se describen en mis libros anteriores. Con Estrategias para sobrevivir en Buenos Aires
(1967) buscaba un nuevo enfoque para una sociología nacional. En 1974
escribo Psicoterapia del Oprimido, que
es el relato de una experiencia de lucha en psiquiatría comunitaria. Luego
viene Terapia de Crisis, Teoría temporal del Psiquismo (1982),
que es un libro que inaugura un nuevo paradigma en psicoterapia desde una
filosofía existencial, y mi último libro, En
Caso de Angustia Rompa la Tapa (2004) es un libro con reflexiones más filosóficas.
Este libro es el resultado de una concepción de enfermedad y terapia que
viene de la práctica clínica y
socioterapéutica de más de cuarenta años de trabajar con situaciones de crisis, en grupos de riesgo y
con los sectores más lastimados de nuestra sociedad, y de un modelo que, a
través de la sucesión teoría-praxis-teoría, ha ido creando las técnicas
terapéuticas para los nuevos problemas que surgen de las grave crisis social
actual.
Puede leerse ordenadamente del principio al
fin, o por temas, eligiendo inicialmente los que más le interesen o necesite el
operador para su tarea reparatoria. Sin embargo, todos los temas están
relacionados entre sí, y el conjunto
permite el análisis, la comprensión y el aprendizaje de las técnicas de
reparación en este momento de crisis social que atravesamos.
Hace cuarenta años yo era un psicólogo absurdo, porque me había
especializado en locura y pobreza, y ahora que el país se volvió loco y pobre se me vino encima, pero no me
sepultó, seguiré peleando, y me siento más útil que antes.
Mis 74 años me dan una perspectiva de vida
que me permite comprender mejor esta aventura del existir (el psicólogo, como
el diablo, sabe más por viejo que por
psicólogo...)
La red de experiencias que hemos fundado
todavía sigue viva: El Bancadero cumple veinticinco años en estos días, la
Cooperanza en el Borda (donde Alfredo Olivera creó La Colifata) veintiún años,
Las Oyitas en Matanza seis años, nuestra Escuela de operadores, dieciocho años,
y hemos organizado muchísimas jornadas y cursos, formando operadores de crisis
en todo el país y latinoamérica.
Este libro sintetiza la experiencia
compartida con muchísima gente que peleó bravamente para disminuír el dolor
psicológico en grupos de riesgo en hospicios, villas, en catástrofes y también
en las situaciones de crisis psicológica por las que atravesamos en nuestra
vida cotidiana.
Y también a los que continuaron mis
enseñanzas e hicieron nuevas experiencias: Carlos Sica con el E.P.S., Lea
Furman en la Cooperanza, Teresa Rodas con la Casa de Teresa, Ada Alvarez en las Oyitas, Nomi Lerner en el
programa de Radio Nacional. Y los compañeros de ruta en toda esta pelea por la
humanización de la psicoterapia y la psiquiatría, que me ayudaron a pensar la
Terapia de Crisis: Angel Fiasché, Fernando Ulloa, Wilbur Grimson, Tato
Pavlovsky, Claudia Bologna, Raúl Camino, Mirtha Viamonte, Carlos Campello,
Laura Jitrik, Marisa Wagner… y muchos otros.
Las personas con las que pude crear la Peña
Carlos Gardel, el equipo del Bancadero,
la Cooperanza y Las Oyitas, Rodolfo Livingston, Fabio Lacolla, Mercedes
Volpellier, Diego Nacarada, etc. y los equipos de nuestras escuelas.
Finalmente recordar a los que ya no están:
Víctor Palmieri, Carlos Campello, Ahúva Smolowik, Ida Galer, Liliana Beraldo,
Ernesto Warnes, Alberto Casal.
Solo resta agradecer a quien me ayudó a sintetizar y dar forma de libro
a la enorme cantidad de material proveniente de las experiencias clínicas y de
campo, la psicóloga social Claudia Lidovsky.
Este libro y las comunidades autogestivas de
Oyitas, Cromañon y otras, no hubieran sido posibles sin el aliento y el apoyo
de mi amigo Felipe Solá.
Introducción
La Terapia de Crisis está basada en la filosofía existencial, que
percibe al hombre como un proyecto, un ser arrojado a su futuro que lo espera y
que toda su historia da sentido a esta organización prospectiva.
Las crisis psicológicas ocurren ante transformaciones inesperadas, el yo no se percibe a si mismo en ese
presente y se detiene el tiempo subjetivo.
El proyecto vital es una configuración desde un vínculo, que contiene
una contradicción, que genera un conflicto, y los avatares de ese conflicto
generan una historia. El Da Sein (ser
ahí) de la filosofía existencial es un Mit
Da Sein (ser ahí con) es decir, un proyecto con otro. En los momentos de
discontinuidad de esa aventura del existir, el yo queda solo y paralizado, si pierde a ese otro, se pierde a si
mismo. La mirada del otro es lo que me define, yo existo en ese transcurrir, si
desaparece el conflicto, se detiene la vida y desaparece el sujeto.
Estas terapias contienen a la persona en las crisis y también pueden dar
técnicas operativas para despersonalizaciones graves, como el brote psicótico,
donde la historia del sujeto queda dispersa en una realidad ilegible, el yo se fragmenta y el sentido de su
existencia se disgrega.
La hipótesis básica de esta manera de pensar
el psiquismo partió de la observación de una larga conquista del hombre, que
adquirió la capacidad de construir secuencias, es decir, poder imaginarse
dentro de una sucesión imaginaria de presentes, que le sostienen ese presente
implacable en donde siempre se encuentra, y que constituye en cada instante un
salto entre lo que fue y lo que será.
La capacidad de
anticipar, de imaginar lo futuro, le permitió al hombre separarse
definitivamente de los animales, pues estos siguieron encerrados en su presente
inmediato, una percepción sin historia.
En el mundo de hoy, que está esquizofrenizado por la represión del
futuro (no por la represión de la sexualidad) el problema está centrado en el
sentido de la existencia, pero no en el sentido filosófico, sino en el sentido
singular de cada vida: “Soy lo que me sucedió y también lo que quiero hacer con
lo que me sucedió”.
LAS TRES APERTURAS
Un nuevo paradigma
Con las tres aperturas proponemos
pensar la terapia desde un paradigma distinto, opuesto al actual, es un planteo
ideológico que se opone a la propuesta del sistema, un esquema conceptual que
da lugar a un nuevo enfoque en la operatoria.
El planteo del sistema imperante
tiene que ver con lo individual, sólo desde la palabra y únicamente dirigido
hacia el pasado; nosotros proponemos como aperturas, primero, lo grupal, luego
la acción e incluir el cuerpo, y por último, el futuro y la transformación.
El sistema propone que la unidad,
el ente a analizar, es el individuo, y opera a través de la palabra. Esta
palabra, además, se concentra en el tema del pasado, en la historia sucedida.
El paradigma de este tipo de
concepción, de esta epistemología en el campo terapéutico, es el psicoanálisis,
que es útil para operar con las neurosis estabilizadas socialmente, pero vamos
a ver que no es operativo para las
situaciones de crisis.
El paradigma ideológico del
psicoanálisis era el que impregnaba la Europa del 1900, era una Europa en la
que la sociedad estaba estabilizada. Freud nació, vivió y casi murió en su casa
de la Bergenstrasse, con Francisco José en el trono del Imperio Austro-húngaro,
durante cuarenta años. En esa sociedad, las personas sabían hasta de qué iban a
trabajar sus nietos, todo era estable, y entonces la conservación estaba
asegurada.
Pero en nuestro mundo de hoy, cien
años después, con una realidad de transformaciones bruscas, la consagración del
pasado es inoperante. Ahora hay cuadros en los que no podemos trabajar
individualmente, cuadros en los que, si no trabajamos en grupos, incluyendo el
cuerpo y la acción con el psicodrama, no podríamos manejar la situación.
En el aula, por ejemplo, la maestra
trabaja con cada chico y trabaja con la palabra, no hay posibilidad de un
lenguaje de acción, y por lo tanto, no se puede hacer cargo de temas como la violencia, no puede
enfrentar las conductas no semantizadas, no verbalizadas, las conductas de una
población que habla a través del movimiento, como son los chicos en una
sociedad en crisis. Esto, además, tiene que ver con la conservación, como por
ejemplo, estar enseñando durante cuarenta años casi los mismos temas.
Al asistente social también, le dan el caso individual en una
carpeta y tiene que continuar interrogando al asistido, no hay otro contacto, y
sólo se construye la historia clínica, que siempre es hacia el pasado.
A este modelo, nosotros le
proponemos tres aperturas: 1) desde el individuo
abrimos hacia el grupo, 2) en contraposición a la palabra nosotros proponemos
la acción, y por lo tanto, la incorporación de la tarea, del cuerpo. Vamos a
ver que esto es esencial para trabajar, por ejemplo, con grupos de alto riesgo,
en los cuales, con la sola palabra, sería imposible, porque se trata de
existencias en la acción, y 3) además proponemos, en contraposición con el
pasado, trabajar con el futuro, que significa cambio, lo que también podemos
definir como aprendizaje, pues focalizando sólo en el pasado no hay superación,
no hay aprendizaje.
El grupo, si es heterogéneo, se
configura como algo dinámico, contiene
contradicción entre sus miembros. En cambio, si fuera un grupo de iguales, ya
no sería un grupo, sino un ente homogéneo de espejos.
En todo grupo hay hombres, mujeres, viejos, jóvenes, distintos temperamentos,
distintos intereses, que empiezan a interactuar y eso lo hace dinámico. Siempre
que se forma un grupo, especialmente si es un grupo en conflicto, al cabo de un
cierto tiempo ya se encuentra alguna solución, en cambio un individuo solo no
puede hacerlo, porque queda encerrado en su subjetividad.
El anterior, es un paradigma de la
clase media, donde sólo se trabaja con individuos, con palabras y con la conservación.
En la sociedad tradicional todo se
conserva, se repiten las palabras, pero el acto y el cuerpo están negados, y
además, todo está centrado en el individuo. En cambio, lo que nosotros
proponemos es un modelo de pensar al hombre social en su transformación.
Pero si en este modelo dinámico,
nosotros negáramos los tres primeros términos (individuo, palabra y pasado)
sería también incompleto. Si nosotros solamente trabajáramos con el grupo, el
cuerpo y el futuro (que es el paradigma de cambio) y negáramos lo otro, lo del
individuo, la palabra y el pasado (que es el paradigma conservador) estaríamos cometiendo el error contrario.
Vamos a ver que el grupo en acción,
configurando un futuro (que es el proyecto), es el tema de la psicología
social. Porque un grupo es funcional desde el aporte de cada individuo, el
grupo es la multiplicación de oposiciones dialécticas entre los individuos, que
dan lugar a movimientos, dan lugar a una pelea que se llama tarea, que si está bien coordinada
conduce a un proyecto grupal.
El grupo existe porque existen los
individuos, el grupo es la matriz de la identidad de cada sujeto, uno no puede
singularizarse si no es en un grupo. En una simbiosis, el individuo no se
singulariza, porque si uno solamente se liga con alguien, sólo es lo contrario
de ese alguien; por eso la esquizofrenia, las fobias graves y la drogadicción
también tienen que ver con los vínculos simbióticos. En el caso de los niños,
el padre, el tercero, es el encargado de romper la simbiosis madre-hijo. Si
esto no sucede, ya sea por ausencia o por tratarse de alguien dominado por la
mujer, el hijo no podrá ir de la dependencia infantil a la autonomía adulta,
que es incorporarse a grupos exogámicos (fuera de la familia).
Nuestra propuesta, como concepción
del hombre, se opone al psicoanálisis ideológica y operatoriamente, y en ella se trabaja con estos tres
principios: supone que el hombre es un ser grupal, que primero acciona y luego conceptualiza con la palabra lo que hizo. Luego, la palabra sirve para nominar, para explicar
lo que pasó y lo que queremos que suceda; si no está ligada a la acción, la
palabra es letra muerta. Y por último, el pasado, la experiencia, es lo que
permite continuar la historia como un futuro. Pero ir al pasado sin que eso
sirva para configurar un proyecto, es un viaje inútil, porque la vida es un estar arrojado hacia esa esperanza o a
esa incertidumbre con que se reviste el futuro.
Vamos a intentar hacer una síntesis
dialéctica entre los dos planteos. Si trazamos un eje en el medio, un eje de
integración, vamos a ver que podemos sintetizar estos dos extremos. ¿Cómo se
sintetiza? Primero, si suponemos que el grupo es la matriz de la identidad,
quiere decir que el grupo está ligado con el individuo a través de la
matriz; o sea que se es una persona
sólo cuando, a través de un grupo, se toma cuenta de su singularidad. ¿Cómo?
Oponiéndose a la singularidad del otro.
En el tiempo de los hippies, había
un póster en Nueva York, que mostraba un cajón de naranjas, en el que habían sustituido una naranja por una
manzana, y abajo decía "Be yourself" (sea usted mismo). Entonces, si
hay un mundo en el que sólo hay naranjas y yo, manzana, me confronto sólo con
naranjas, lo único que sé es que no soy una naranja. No sé si soy grande o
chica, porque el otro es igual en tamaño, no sé si soy redondo porque nunca vi
algo que no fuera redondo. Supongamos que a ese mundo cae una sola banana,
entonces, además del cambio de color y de textura con respecto a una naranja,
yo me doy cuenta de que soy redonda porque me confronto con una banana, que es
alargada. Pero además no sé lo que es ser lisa, y cuando cae un ananá lleno de
pinches, entonces me entero de otra cosa, de que soy lisa. Porque no me podía
enterar de que era lisa si sólo me confrontaba con cosas lisas, pero en cambio,
viene algo áspero y me doy cuenta que soy lisa. Supongamos que cae un racimo de
uvas (una uva sola no existe, siempre viene en racimo) entonces digo: "Soy
única, porque hay frutas que son múltiples”. Pero, todavía, del tamaño no sé
nada, hasta que cae una gran sandía y digo: "Soy chica". Finalmente ya
me enteré de mi diversidad, ahora sé que soy redonda, lisa, soy única y no
múltiple, y soy chica. Porque esta pobre manzanita, se confrontó con otras
cosas además de la naranja, porque con la naranja lo único que sabía es que era
de otro color, y además un poquito más lisita. Esas son las matrices de
identidad, la manzana ahora se dio cuenta de todas las características que tuvo
porque se confrontó en la frutera. La frutera es el grupo operativo. En él hay
bananas, uvas, naranjas, sandías, etc.
En la teoría de la información todo
esto se dice de una manera bastante más complicada: un mensaje contiene tanta
información como diversidad tiene el conjunto de donde fue extraído. (Nosotros, con la teoría de la frutera
lo explicamos mucho más sencillo).
Cuando apareció la televisión nadie
decía TV en blanco y negro, porque sólo había blanco y negro. Pero desde que
salió la TV en color, tengo que decir que tengo TV en blanco y negro.
Supongamos que saliera el televisor
tridimensional, entonces tengo que decir “tengo un televisor en blanco y
negro y bidimensional”. Y si en el futuro hubiera televisión con olor, yo
tendría que definir mi televisor como
“blanco y negro, bidimensional e inodoro…”Antes, cuando era único, yo tenía un
televisor y estaba contento.
Esto me recuerda algo que se
analizaba en sociología: que cuando un habitante rural de Santiago del Estero
se trasladaba a Buenos Aires, se enteraba de todo lo que no tenía, y se sentía
más pobre que allá, en los montes santiagueños. Entonces, todo depende del
conjunto del que es extraída la información que tiene cada persona. Por eso, de
una persona que viaja mucho se dice: "Es un tipo muy viajado" porque
se confrontó con los japoneses, los chinos, etc.; pero si se hubiera quedado en
su barrio, creería que su cultura es universal, que todos los humanos son como
él.
Volviendo a la síntesis entre los
dos paradigmas extremos, la palabra sirve para definir lo que pasó. Entonces,
podemos decir que la acción es interesante cuando es acción simbolizada. Si
pasa algo que yo no lo comprendo, pero viene alguien y dice: “pasó tal y tal
cosa”, lo entiendo. Entonces, si algo que sucede está descrito con palabras, se
entiende, porque se inscribe en la cultura, y si algo no se inscribe en la
cultura, es un hecho confuso, salvaje, inentendible. Cuando vemos una pelea en
la calle y no entendemos nada, si le preguntamos a alguien: "¿Che, qué
pasó?" y nos responde: “parece que los pescó el marido de la mina…"
“¡Ah! Ya entendí”. La pelea sola no se entiende, porque sólo es un conjunto de
acciones, no tiene lectura si no está puesta en palabras (lo que yo llamo apalabrada), la acción debe estar
simbolizada.
Por último, la síntesis dialéctica entre pasado y futuro
se da cuando concebimos el presente como pasaje. El presente es el momento en
que la expectativa se convierte en recuerdo, en que el futuro se hace pasado.
El tiempo puede vivirse como que va, yo voy hacia el futuro, cuando es algo deseado, como por ejemplo un
viaje que estoy esperando ansioso, siento que voy a buscar ese futuro, o el
futuro me invade cuando yo no lo quiero, él se me viene encima y le tengo
miedo, como cuando se trata de una operación quirúrgica, por ejemplo.
El presente como pasaje es la
síntesis para integrar los dos
extremos, la conservación y el cambio.
Si nosotros podemos concebir el
individuo dentro de un grupo, si podemos concebir la palabra que lleva a la
acción (o la acción que es relatada por la palabra), y si podemos concebir que
el pasado sirve para construir el futuro, ahí hemos integrado dialécticamente
las tres contradicciones fundamentales de la organización de la realidad:
individuo–grupo, palabra–acción y pasado-futuro.
La ideología del Ministerio de
Educación propone el primer paradigma, el de la conservación (individuo,
palabra, pasado). Entonces, cuando en
los seminarios que doy en los
sindicatos docentes, yo digo que este nuevo paradigma que son las tres
aperturas, implica incorporarse a la dinámica del cambio, lo toman fácilmente
porque perciben que el grupo y la acción llevan a la transformación, que es,
nada menos, que el aprendizaje. Ahora, ¿por qué el sistema impone este modelo
de aislamiento? Es muy sencilla la respuesta. Porque si estamos aislados
(individuo) y sólo hablamos (palabra) de la conservación (pasado), somos
fácilmente sometidos.
En cambio si estamos juntos
actuamos, generamos el cambio, el futuro.
El Bancadero, nuestro centro de
asistencia psicológica, se hizo en
grupo y empezó con la acción, porque se empezó reconstruyendo la casa para que
luego pudiéramos asistir. Ese fue el momento más rico, donde teníamos más
cantidad de altas, de mejorías. Porque venían personas que estaban encerradas
en sí mismas: "Yo no puedo hacer nada, soy un inútil". Y resulta que
empezaban a trabajar con los ladrillos, con el cemento, en grupo, aunque se cansaban
un poco, poniendo el cuerpo. Cuando terminaban de arreglar una habitación
(había 15 habitaciones destruidas), ese
grupo hacía una fiesta. La sensación de utilidad les producía felicidad, porque
decían: "¡Y yo que creía que no podía mover un ladrillo…!” Además, había conflictos, porque eran dos
horas de trabajo y dos horas de grupo, donde hablaban de las ansiedades que
producía el trabajo. Si uno se quedaba, había otro que lo empujaba "Echá
más agua, que estamos haciendo el pastón", "Traé ladrillos",
"No vayas tan rápido", "Traé más arena". Eso permitía
conectarse con el otro a través de la tarea; si a esos pacientes sólo los
hubiéramos puesto en rueda para que hablaran, se hubiesen mirado la cara media
hora, y con la depresión que tenían, no hubieran dicho nada. Pero la tarea los
movilizó, porque la hicieron a través del cuerpo, y se conectaban a través del
cuerpo, y se querían y se peleaban a través del cuerpo. "Esta pieza estaba
rota, toda destruida, y nosotros la arreglamos". Después se hacía una
fiesta de inauguración, la gente se decía "Podemos modificar la
realidad", y eso es curarse. Curarse es poder modificar la realidad y
tener un proyecto, que se hace a través del grupo.
Entonces, estos son los seis
parámetros, en tres pares dialécticos, que un psicólogo social tiene que
manejar: individuo-grupo, palabra-acción,
y pasado-futuro.
Si un sistema cultural se queda
sólo con el paradigma de grupo, acción y cambio es también inconveniente,
porque se convierte en otro totalitarismo. El Comunismo Soviético cayó en eso:
todo era grupal, estaba prohibida la individualidad, la subjetividad y el
psicoanálisis eran un invento pequeño burgués (y tenían razón, pero se fueron
al otro extremo). Además, el pasado
estaba negado y sólo existía el futuro socialista. Al no integrar ese pasado de
autoritarismo del zar, Stalin se convirtió luego en un zar (el que olvida el
pasado está condenado a repetirlo).
Yo soy individuo porque estoy en un
grupo, me singularizo, me entiendo con todas mis características, porque me
confronto con los demás. Tomemos, por ejemplo, un grupo de viejos. ¿Por qué un
geriátrico anda mal? porque son todos viejos y no aparece la vida; se van
muriendo y no hay nietos, no hay jóvenes que les hagan ver que la vida
continúa. Son comunidades donde la muerte es verdadera, porque mueren solos. En
cambio, la muerte de un nono italiano, rodeado de una enorme familia, no es una
muerte terrible, porque allí está la dialéctica de la vida-muerte.
Si uno ve el presente como pasaje,
uno dice: "estoy en movimiento". Si hay una historia que viene de
atrás y yo soy esa historia, quiero que continúe, porque en el pasado tengo
cosas vacías, tengo un agujero, y en el futuro, quiero repararlo. El futuro
tiene sentido si yo tengo un vacío en mi historia, y por eso son útiles esas
faltas, las frustraciones, porque las frustraciones estimulan las ganas de
vivir, porque yo quiero completar aquello que no tuve.
Es bueno que los jóvenes tengan
problemas, porque entonces, luchan para solucionarlos. Si el joven tiene todo
dado, sin esfuerzo, se siente como esa generación que yo vi en Europa, que
estaban hartos y no sabían qué hacer, porque todo estaba reconstruido, todo
asegurado, no había agujeros. Entonces se drogaban, porque el mundo estaba
estático, y ya todo estaba hecho. Donald Winnicott, un psicoanalista inglés muy
fino, decía: “a los jóvenes, hay que dejarlos ganar, pero no fácilmente, para
que se endurezcan." Hay que ofrecerles resistencia, para que luchen.
En la actualidad, vivimos en una
concepción individualista, sólo de palabras, y también de imágenes en la
televisión, donde no participa el cuerpo, y además estamos dando vueltas en una
repetición de la que no salimos. Cuando la gente, los millones de marginados,
se junten y empiecen a buscar salidas se va a producir el cambio social. La
historia nos enseña que un pueblo desesperado genera el futuro. No por nada
nuestro esquema operatorio de los cuatro pasos empieza en la contención y
termina en el cambio, que es generar
el proyecto.
La propuesta ideológica del sistema
imperante, que impregna el psicoanálisis, se centra en el individuo dentro de
la familia pequeño burguesa, con la culpa,
el superyo paterno, la castración y el falo-centrismo (para el
psicoanálisis, la mujer es un ser castrado).
Por otro lado, el paradigma que
proponemos tiene que ver con la filosofía existencial, con la transformación,
que es sobre todo el tema del proyecto. Sartre dice que el hombre es un proyecto-siendo, es una historia que vive en cada instante.
El existencialismo también trata el
tema de la libertad y la elección. En un momento dado, uno elige, y en esa
elección se arroja hacia adelante. La identidad depende de elegirse a sí mismo.
Para finalizar, repetimos que
estamos hablando de dos concepciones del mundo, de dos paradigmas: la
conservación y el cambio. El eje de
síntesis es lo que integra los dos polos, en realidad, si vemos en el fondo,
las dos cosas son las mismas, porque el pasado y el futuro no tienen sentido el uno sin el otro. El pasado es lo
contrario del futuro, son partes de un mismo par dialéctico. La palabra es lo
que hace entendible la acción: si no hay acción no hay palabras, porque no se
puede narrar lo que no sucedió. El individuo es lo que constituye el grupo,
pero el individuo no existe si no está inserto en un grupo. Son pares
dialécticos, si tomamos uno solo, la realidad queda renga, en cambio, si se
toman los dos, se puede generar un sistema, en donde el proyecto tiene sentido,
vamos hacia un futuro, pero desde una historia. Se planifican y se realizan
acciones, con lo cual se pertenece a un grupo, a una familia, a una comunidad.
En nuestras Escuelas se trabaja en
grupos operativos, y como usamos almohadones en vez de sillas, el cuerpo está
mucho más distendido y preparado para la utilización de recursos
psicodramáticos, esenciales para trabajar en situaciones de crisis. Podemos
decir, que más que enseñar, nosotros adiestramos a los alumnos para operar en
esta realidad conflictiva. El aprendizaje no es sólo teórico sino que el alumno
debe comprometer su estilo emocional personal, para ponerlo al servicio de la
actividad reparadora. Parte de la formación exige trabajos de campo, en
comunidades e instituciones en situaciones conflictivas, como ser escuelas en
zonas de riesgo, adolescencia y niñez en relación con la violencia y las
drogas, hospicios, nuestras Oyitas que
son comedores en villas, el Bancapibes, la Cooperanza en el fondo del Borda y
el EPS (Emergencias Psico Sociales) para situaciones producidas por catástrofes
como Amia, la caída del avión de LAPA, Cromañon, etc.
Podemos decir que la formación parte de un concepto de
sociopatología, y por lo tanto, inaugura un planteo de socioterapia, pues
creemos que en este momento la ruptura de las redes sociales hace que la
familia, las instituciones, la sociedad, estén más enfermas que los individuos.
De ahí, la necesidad de un abordaje socioterapéutico.