La memoria traumática y lo psicosomático
Es dificil discriminar un recuerdo traumático de un recuerdo
desagradable, la palabra “trauma” de tanto usarla se ha convertido en
una especie de comodín banal que la mayor parte de las veces nada tiene
que ver con lo que en psiquiatría se conoce como TEPT (trastorno por estrés postraumático) cuyos sintomas principales son los siguientes:
- Experimentación de al menos un episodio extraordinario de caracter intenso y dramático.
- Reexperimentación del trauma y flash backs “como si” el tiempo no hubiera transcurrido.
- Sueños repetitivos sobre el acontecimiento traumático e hipermnesias.
- Evitación persistente de los estimulos asociados al trauma.
- Insomnio, ansiedad, depresión o trastornos psicosomáticos con comienzo asociado al evento traumático.
Lo cierto es que el desarrollo o no de un TEPT tiene mucho que ver
con la interpretación que cada cual da a un acontecimiento traumático y
poco o nada tiene que ver con el acontecimiento en sí mismo. Es natural
que ciertos acontecimientos graves e intensos (como un terremoto o un
desastre natural) provoquen TEPT en casi todo el mundo, pero no todo
acontecimiento desagradable se convierte en TEPT. Asi la pérdida de un
ser querido puede provocar tan solo un duelo simple en la mayoría de
personas, un TEPT si se pierde en condiciones dramáticas o en otro tipo
de situaciones inusuales o casi nada en la mayor parte de las ocasiones
cuando la perdida -por asi decir- está ya cantada o es esperable.
Y aqui se encuentra una de las claves que diferencian a los simples recuerdos desagradables de la memoria traumática.
¿Qué diferencias existen entre ambas?
Los recuerdos están destinados al olvido (al erase o
borrado) tanto los agradables, los neutros o los desagradables, pero los
recuerdos traumáticos tienen muchas dificultades para evacuarse de la
memoria y no se borran, decimos de ellos que se extinguen. Sucede por
una razón curiosa: los recuerdos traumáticos quedan fijados a nuestra
memoria con mayor intensidad que los recuerdos neutros o las impresiones
agradables y lo hacen porque generan mayor cantidad de sinapsis y
conectividad, mayor densidad de espinas dendríticas y mayor síntesis de
proteinas. Es precisamente esta síntesis de proteinas la responsable de
que el trauma se comporte como un cuerpo extraño, como un chiclé.
A mayor síntesis de proteinas mayor consolidación de los recuerdos.
Pero hay más porque los recuerdos normales tambien se consolidan,
basta con recordar aquella tarde de primavera en que besamos por primera
vez a nuestra novia, aquella escena de juego en el patio con nuestros
amigos de infancia o aquel gol que marcamos en un dia cualquiera de
colegio a un portero más alto que nosotros. Estos recuerdos también se
han consolidado y lo han hecho de una forma fisiológica: pasando del
hipocampo a la corteza cerebral.
Los recuerdos que se ubican en la corteza cerebral son precisamente
aquellos que ya se han consolidado hasta que alguna enfermedad
degenerativa los borra, eso sucede en el Alzheimer avanzado donde los
depósitos amiloides acaban por alcanzar las capas mas nobles de nuestro
cerebro, mucho antes han alcanzado al cerebro subcortical y es por eso
que lo primero que se afecta es la capacidad de aprender algo nuevo, una
función que se ubica en el hipocampo.
Con el paso del tiempo los recuerdos más remotos que se encuentran en
la corteza cerebral son alcanzados por la enfermedad siendo lo último
que se pierde, asi como la capacidad de reconocer rostros conocidos o
familiares.
El hipocampo es la región de nuestro cerebro que se ocupa de las
memorias nuevas pero tambien -a través de los circuitos
hipocámpico-amigdalinos- de teñir emocionalmente el recuerdo y ahi
reside precisamente el problema del TEPT. El hipocampo puede verse
metafóricamente como un disco duro que procesa diariamente información
en los ensueños. Es a través de los sueños como el hipocampo se formatea
o por utilizar de nuevo la metáfora informática se defragmenta. Lo que
sobra o es irrelevante se borra y se reescribe información nueva en los
espacios libres. Los sueños son pues auxiliares o subproductos de la
fisiología de la memoria y es por eso que el TEPT puede ser considerado
una patologia de la memoria, lo que sucede en esta enfermedad es que los
contenidos mnésticos del trauma se repiten infructuosamente para ser
liquidados o evacuados y se experimentan como algo atemporal, es decir
como si estuvieran sucediendo aqui y ahora en una atmósfera de total
realismo (como los sueños).
El trasvase de los contenidos traumáticos a la corteza cerebral -a la
conciencia- tarda mucho tiempo en producirse en un trauma grave, sin
embargo eso es lo que hacemos todas las noches mientras soñamos:
equilibrar los sucesos penosos o procesar los pensamientos perturbadores
que quedaron sin computar durante la vigilia.
La dificultad para la evacuación de estos contenidos procede
precisamente de que se grabaron en el contexto de una enorme tensión
emocional (miedo, rabia, desvalimiento, soledad o pena). Son pues
ciertas emociones implicadas en el suceso las que disparan la síntesis
de proteinas y las que confieren al recuerdo ese penoso tinte repetitivo
donde el sueño por sí mismo resulta ineficaz.
Bien pensado tiene su lógica evolutiva: los recuerdos desgradables se
fijan con mayor fuerza que los placenteros porque resulta muy
adaptativo evitarlos. El fuego quema y nos basta una sola quemadura para
aprender la lección, no necesitamos reaprenderla cada dia. Nuestro
cerebro recuerda el dolor y ese recuerdo por sí mismo basta para evitar
recaer en la prueba de poner una mano en el fuego.
¿Pero que sucederia si desaprendieramos esta conducta?
Imagínese que descubrieramos un método para evitar que el fuego nos
quemara o doliera. Lo que sucederia es que usted aprenderia de nuevo
siguiendo la misma secuencia y habría una nueva conducta de no evitación
del fuego. Imagine que esto es posible ( es un simple ejercicio
mental).
Usted sería temerario con el fuego hasta un buen dia en que me diría
“me he vuelto a quemar” “otra vez el fuego quema”. Sucede porque los
contenidos traumáticos de la memoria no son recuerdos convencionales, no
se borran, solo pueden extinguirse y es por eso que a veces hablamos de
TEPT diferido, el tiempo no cuenta mientras los recuerdos no alcanzan
la corteza cerebral, tal y como decia Freud, “el tiempo no existe en el
inconsciente”.
Y además ese proceso de extinción no es lineal sino que tiene flujos y
reflujos, durante años el fuego no le quemó pero un buen dia volvió a
quemarse. Y esta oscilación es precisamente la prueba de que el miedo al
fuego se está extinguiendo.
El problema en aquellos que sufren un TEPT es que comprensiblemente
evitan “poner la mano en el fuego” es decir evitan a toda costa
enfrentarse al dolor del recuerdo traumático. Lo he visto muchas veces,
niñas que fueron abusadas tienden a no hablar jamás de esos sucesos, el
que presenció algun tipo de escena violenta tiende a querer olvidarla,
etc. Existe una maniobra cognitiva y consciente de supresión, represión y
alejamiento de todo aquello que nos recuerde el evento traumático. Y es
por eso que resulta tan dificil abordar a un paciente de este tipo pues
existe una evitación a recordar, un miedo enorme a recordar los
detalles del trauma y sobre todo un terror a las emociones que se hallan
enquistadas en su seno y que muchas veces se manifiesta en un temor
irracional a dormir (a soñar).
El problema del paciente que padece un TEPT no es que haya olvidado,
simplemente vive de espaldas a su verdad y disimula, lo cierto es que
los tratamientos del TEPT consisten en la exposición, es decir en
rememorar el recuerdo pues es precisamente la derivación que hacemos de
ese material hacia el inconsciente el principal obstáculo para la
curación.
Los traumas no se olvidan nunca pero pueden extinguirse sabiendo que
reaparecerán aunque en cada aparición irán perdiendo intensidad.
Y una vez que he llegado hasta aqui me gustaría ahora referirme a la
memoria traumática como paradigma de comprensión de lo psicosomático.
Todo el mundo tiene una idea aún intuitiva de que significa
psicosomático. Es la idea indiscutible de que todo evento psíquico tiene
consecuencias somáticas y al revés: que una enfermedad somática tiene
consecuencias y traducción psíquica. Pero el tema no está resuelto sólo
con nombrar lo evidente. Y no lo está porque carecemos de una teoria
psicosomática que explique de forma predictiva y elegante esos enlace
psico-somáticos. No basta con decir que hay relaciones entre ambos
tenemos que saber cómo hacen las emociones para penetrar en el higado o
al revés cómo hace una cardiopatia para provocar ansiedad.
Está muy difundida la idea de que determinadas emociones se traducen
inmediatmente en un sintoma somático, hay por ahi mucha literatura no
cientifica sobre el asunto, asi algunos dicen que la ulcera duodenal es
el “mordisco de rabia de la madre” o la rinitis es “el llanto oculto del
que nunca lloró”, etc. Naturalmente estas ideas son falsas, no tenemos
ni idea de como se enlazan las emociones en el cuerpo ni por qué se
eligen ciertos órganos y no otros.
Lo que si que sabemos es que el lenguaje psíquico (el lenguaje de la
razón) no sirve para explicitar el sufrimiento de órgano pues se trata
de fenómenos distintos y no que pueden ponerse juntos para explicar con
palabras que es lo que le sucede a un higado. Lo somático y lo psiquico
pertenecen a planos distintos y uno no puede explicar al otro.
A este respecto suelo decir: lo psicosomático no puede explicarse ni desde lo psiquico ni desde lo somático.
¿Entonces cómo podemos explicar lo somático y lo psíquico?
Sólo podemos explicarlo a través de una categoría, una instancia que
los abarcare a ambos puesto que tanto lo somático como lo psíquico
coemergen en los organismos vivos y uno no puede explicar al otro, una
instancia superior que no puede ser otra sino la conciencia en su
vertiente más contemplativa. No me refiero a la conciencia que busca
razones para validar sus tesis, no me refiero a modelos explicativos de
matiz más o menos psicoanalítico o a explicaciones empíricas como las
que mas arriba refería sino a esa capacidad de nuestra conciencia de
mirar sin juzgar, observar sin entrometerse.
Ese observar sin comprometerse es el tratamiento adecuado tanto para
la memoria traumática como para el malestar psicosomático, curiosamente
la busqueda de sentido para estos malestares no sólo no los resuelven
sino que suelen derivar en refuerzos.
Un próximo post tratará de ciertas reflexiones sobre esta técnica,
pero antes tendré que pedir permiso a algunos amigos cuyas ideas he
mezclado en este post. Vaya para ellos mi agradecimiento.
Paco Traver - Agustin Morales - Juan Rojo